Por Victor G. García (@M0N0T0NO)

Todos tienen ese amigo que es bien divertido cuando se encuentra bajo el influjo de alguna substancia psicoactiva. Es un buen acompañante para las fiestas, de vez en cuando hace comentarios profundos y siempre se mantiene alegre ante las adversidades con su energía contagiosamente positiva. Pero conforme van pasando los años, los químicos comienzan a cobrarle factura a su mente, de repente se vuelve más difícil encontrarle sentido a lo que dice y comienzan a relucir las facetas más sombrías de su personalidad. Esto fue lo que le pasó a los Flaming Lips. 

Los Flaming Lips han tenido hasta el momento una larga y prolífica carrera. Desde unos inicios en los que coqueteaban con el noise y el post-punk; pasando por un periodo de descubrimiento musical en la década de los noventa, tiempo en el que fueron incorporando a su sonido elementos del rock psicodélico, el folk y la música experimental –como muestras ejemplares de esta etapa están Zaireeka (1997) y The Soft Bulletin (1999)-; hasta llegar a su encarnación más exitosa en la década pasada, época en la que lanzaron dos de sus mejores trabajos: Yoshimi Battles the Pink Robots (2002) y At War with the Mystics (2006). Estos dos discos lograron condensar la profundidad psicodélica de su sonido con una sensibilidad pop que rompió barreras entre sus distintas audiencias. 


Tal vez esto se aplique hasta su disco Embryonic (2009), pero ciertamente después de ahí, a los Flaming se les botó la canica. The Terror (2013) fue la encarnación sonora de un malviaje. Coyne acababa de terminar con su novia de largo tiempo y el guitarrista Steven Drozd había comenzado a usar heroína otra vez. También se comenzaron a juntar con Miley Cyrus (¿?). Las dos fuerzas creativas de la banda se encontraban en lugares muy obscuros, lo cual quedó plasmado en un disco tan caótico y abrumador como disperso. 

Ahora lanzan Oczy Mlody, otro disco en la misma vena. Aunque, a diferencia del disco pasado, este LP se siente más sereno, más sobrio. Hay más espacio para respirar y reflexionar. Como la calma que viene después de la tormenta. Oczy Mlody es un disco lleno de pasajes ambientales, voces etéreas, instrumentaciones sutiles de fondo y glitches electrónicos. Sin duda, no es un disco que se siente orgánico, como fueron sus esfuerzos de la década pasada. Es un disco sintético o, mejor dicho, post-lisérgico. Sólo los Flaming sabrán los caminos espirituales que están recorriendo ahorita, pero lo que sí es seguro es que aún no se han vuelto a encontrar del todo. Pero, bueno, a algunos les encanta la perdición. 

Ya puedes escuchar el nuevo disco de los Flaming Lips en Spotify. 

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Oczy Mlody: lo nuevo de Flaming Lips