Por Daniel Zepeda
El mar como un estandarte del terror interno y símbolo de lo desconocido, se ha convertido en el eje rector para los ideales imaginarios de diversos creadores, inspirando así, imágenes de absoluto aislamiento que remiten a la sensibilidad de la nostalgia. En esta ocasión forma parte del lirismo estético de la colección para otoño/invierno de Craig Green.
Conocido ya por sus códigos visuales y la peculiar forma de abstraer indumentaria militar y eclesiástica, le ha permitido crear una identidad de tintes alusivos, mas no literales, sobre la masculinidad ante la confrontación de la sensibilidad y la espiritualidad contra el utilitarismo.
La colección, de siluetas anchas, tejidos pesados y una fuerte paleta de color, estuvo cargada de grandes chaquetas de pescador de formas acolchonadas, en conjunto con otras que eran una descontrucción de las Eisenhower convertidas en abrigos que mimetizaban alfombras medievales. Green, orquestó una armonía visual y formal que sumerge en un mundo alejado a la realidad, en la que existe una simbiosis entre la belleza y el terror siendo un sendero hacia la incertidumbre del futuro.