La historia de Yves Saint Laurent la sabemos por varios medios, en donde el centro es retratar la vida privada del diseñador −sus vicios y enfermedades−, y donde se admira –o juzga− a la persona. La influencia que el diseñador francés ha legado, trastoca cada uno de los aspectos que conforman a la industria de la moda, desde los temas de inspiración detrás de las colecciones hasta la manera de comercialización de las prendas.
Ayer se conmemoró su natalicio –Argelia, 1ro de agosto de 1936− y más que querer hacer una monografía de la vida del diseñador (donde el único fin es romantizar las tragedias y hazañas de uno de los íconos más importantes de la moda del siglo anterior), o una lista con los elementos clave que hicieron de Yves Saint Laurent un referente primordial dentro de dicha industria (de las que Google está repleto), prefiero retomar uno de los aportes del diseñador, que trascendió, y transgredió, más allá de los límites de una prenda.
En 1966, en plena revolución de las faldas arriba de la rodilla, YSL hizo desfilar a las mujeres vistiendo pantalones, dando vida a Le Smoking, un conjunto que a la fecha de su lanzamiento era de uso exclusivo para hombres. Esta ambición por integrar piezas hacia lo femenino que se consideraban propias del género opuesto no se detuvo ahí y dentro de sus colecciones encontramos prendas típicas de la milicia, o de los safaris.
Los pantalones con corte recto y con una línea en satín a los costados, una blusa blanca llena de volantes de organza, un moño alrededor del cuello, para concluir en una chaqueta ajustada con tres botones impulsaron una imagen andrógina. Le Smoking fue una creación dentro de la moda que hizo traducción, a través de cortes de tela y puntadas, del momento histórico y los reclamos feministas.
Así como de la costilla de Adán surgió Eva, de igual manera Yves Saint Laurent despoja al hombre de su atavío y con él crea un nuevo statement, con el que ampara a la mujer moderna. No es un disfraz tras el que la esconde; recrea el conjunto de acuerdo a su nueva portadora para otorgarles así las mismas cualidades de fuerza y poder que origina en el hombre.
La genialidad de Le Smoking con el que YSL sorprendió a mediados de los años sesentas se encontraba en que con esta propuesta lograba conjuntar, en partes iguales, la elegancia y fuerza típica de este outfit, con la sensualidad y libertad sexual que se buscaba alcanzar en dicha época. Este acto rebelde del diseñador resuena hasta nuestro días, donde la búsqueda por hacer difusas las líneas entre los esterotipos de género parece llegar a su cúspide.