Por Daniel Zepeda
Se ha hablado del maquillaje como transformación social, de tendencias que rompen con la monotonía y desdibujan la delgada línea entre géneros que restringen la exploración del ser y la transformación de la individualidad. De los ideales arbitrarios que refutan la expresión plástica en él por asemejar una pantalla social, del impacto medioambiental y del uso de medios naturales para obtener pigmentos. Sin embargo, más allá de crear una opinión valida públicamente, existen creadores que contribuyen de manera visual a estos manifiestos de protesta por la individualidad y originalidad, creando tendencias que podrán o no ayudar a explicar el pensamiento humano de ese momento.
Sin embargo, más allá de crear una opinión valida públicamente, existen creadores que contribuyen de manera visual a estos manifiestos de protesta por la individualidad y originalidad, creando tendencias que podrán o no ayudar a explicar el pensamiento humano de ese momento.
Regida bajo un lirismo estético único, entre criterios que van más allá de la belleza cosmética tradicional, Kate Mur, reta y cuestiona los limites de la creatividad. Quien por medio de juegos visuales, transporta de manera inconsciente a una critica hacia los estándares etiquetados como belleza. La esencia plástica de Mur, contrapone la creación de ideales aspiracionales con la necesidad de expresar un imaginario visionario y poco común.