Intenté regresar a mi normalidad, hoy me di cuenta que nunca sería la misma.

Ya pasaron algunos días desde el sismo que sacudió nuestras vidas, todos estos días he vivido sin saber en realidad cómo me siento, estando en un estado alerta todo el tiempo, sin poder dormir por el miedo, por la tensión y por la angustia. Han sido días en los que me digo a mí misma “no llores, aun no es tiempo, sé fuerte”.

Llegué al D.F. hace 12 años mas o menos, desde que llegué he vivido la mayor parte del tiempo en la Condesa. Ahí fue la primera vez que me dejaron salir sola de mi casa, ahí conocí a mi primer novio y tuve esas citas en las que tu mamá está nerviosa, el clásico “nos vemos en el Redondel”, fue ahí donde encontré y fortalecí mis amistades, mi familia, y donde aprendí a ser quien soy. Intenté regresar a mi “normalidad”, ir a la escuela, ver a mi gente, hablar de lo sucedido. Ya no reconozco mi normalidad, no reconozco a mi persona.

 El día del temblor tuve que caminar con mi mamá por la colonia en búsqueda de mi abuela, cuando llegué a su edificio por primera vez pensé que podía estar muerta, la encontramos en su departamento sin poder comunicarse. Mi mamá cayó de rodillas al piso dejando salir toda esa tensión que llevaba acumulando mientras recorría las cuadras.

Vi edificios que me han visto crecer a mí, en el piso, vi gente desesperada por falta de comunicación, en eso alguien anuncia “se necesita algún médico, hubo un derrumbe en Laredo y Amsterdam”, se me congela el corazón, el alma, ésa es la calle en la que mi mamá vive, ahí está su edificio, ¿perdió mi mamá todo lo que tenía? ¡¡¡El gato!!! Corremos las 3 a ver qué sucedía, doblando la esquina, ahí estaba, el edificio de la esquina de casa de mi mamá, un edificio que veía todos los días, por el que pasaba ya sin notarlo, en el piso. Comencé a llorar, pero me detuve y una vez más me dije: NO LLORES, AUN NO ES TIEMPO, SÉ FUERTE. Corremos a ayudar, nuestro corazón nos lo pide.

Fotografías  pablo_ci  /  taniaphoto3  para coolhuntermx.com
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Entre la gente veo a personas que conozco, amigos, maestros, compañeros, pasan las horas y veo a mi mamá de vez en cuando, ayudando, con una entereza envidiable.

Termina el día, llego a mi casa y empiezo a sentirme muy mal, me doy cuenta que mi cuerpo estaba aguantando gracias a la sensación de peligro en la que se encontraba. Me intoxiqué por el gas que inundaba la zona. Prendo las noticias en cuanto regresa la luz, y poco a poco empiezo a ver la magnitud de desastres que este sismo nos dejó: SÉ FUERTE, NO LLORES, NO ES MOMENTO.

Tengo casa llena, todos dormimos en casa de mi papá, porque nuestras casas estaban en zona de riesgo, veo a todos junto a mí, ese deseo que siempre tuve cuando era más chica, mi familia casi entera en un solo cuarto, compartiendo la comida. Pero no es de la manera que soñaba, es un ambiente tenso y lleno de dolor. Mi familia es muy buena expresando lo que siente, lloran, yo no crecí con esa habilidad. NO LLORES, SÉ FUERTE, LO NECESITAN.

Así pasan los días y nada tiene sentido; mi colonia, mi bella colonia está en estado de emergencia. Ves correr a la gente, los militares no te dejan entrar a tu casa, te enteras de conocidos que perdieron la vida, NO LLORES.

Esa impotencia de no poder ayudar más porque tu cuerpo no da, pero lo obligas seguir cada día, aunque duermas en un sillón y muy pocas horas.

Mi amado México, que muchas veces odié, del que muchas veces quise irme, y encontrar un lugar mejor. Hoy me enseñaste que me dueles y me enorgulleces, no te odio, ¡te amo! Su gente tan solidaria, que siempre que algo pasa deja atrás sus prejuicios, y juntos como hermanos, salimos adelante. Por primera vez tu Himno Nacional me hace llorar, porque hoy más que nunca significa amor a mi país, deseos de salir adelante.

Llevo tanto tiempo obligándome a no llorar, a estar tranquila, que ahora no se cómo sacar lo que tengo adentro. Estoy más llena de amor que nunca, agradezco mi familia, mi casa, mis amigos, a la gente de mi país, a la gente del mundo que nos apoya. Mi bella Condesa, mi bello México, por tu gente saldrás adelante, porque los que vivimos en ti te queremos fuerte, te queremos bien, queremos crear más memorias en ti.

Siento impotencia, siento dolor, frustración, enojo, duda, pero también siento amor, solidaridad, compasión, compañerismo y agradecimiento. Invito a aquellos que siguen sin entender su realidad, como yo, a escribir un poco sobre cómo se sienten, no estoy diciendo que con esto estarás bien del todo, porque conmigo no hizo el truco, pero sí es un paso más para poder reconocerte.

Ana.

Una carta para mí: