Foto: Tony Solis
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Capítulo 2

Cierto día mi buena amiga Vera Félix respondió una de mis historias de Instagram en la cual subí la foto de una hamburguesa que estaba a punto de comerme en el aeropuerto, previo a mi regreso a CDMX. Enorme, grasosa, con refresco y papas fritas. “¡Qué rico!”, escribió. Mi respuesta fue decirle que era una vergüenza comer eso a esta edad, y peor aún, presumirlo en una red social. “Ay, mijo, YA FUIMOS TODO, es hora de que disfrutemos”, dijo.

Ya fuimos todo. Vera a veces es muy sabia y probablemente no lo sabe. Sus palabras quedaron resonando en mi mente durante las cinco horas del viaje de regreso y no podía más que imaginar todo lo que podría repre- sentar en muchos aspectos. Pensé, efectivamente, en todo lo que he sido: Ya fui un trabajador de call center que soñaba desde su cubículo, en algún día poder vivir de lo que le gustaba hacer. Ya fui un estudiante de arte que quiso descubrir el hilo negro, cambiar las cosas con mis (según creía entonces) ideas maravillosas, sólo para después convertirme en alguien decepcionado del circuito del arte y casi resignado y dispuesto a recibir las migajas contadas que te ofrece el sistema. Ya fui aspirante a músico, que a medida que se hacía mayor tuvo que abortar la idea, pues mi talento era más bien limitado. Ya fui inocente y también he sido de esos que creen que saben mucho, porque la información ahora está tan al alcance, que pareciera que todos somos críticos y expertos en un tema, o en todos. En esta etapa adulta de mi vida apenas empiezo a cuestionarme realmente sobre cosas que siempre vi pero nunca parecieron material de reflexión.

Tenemos aún, en pleno 2019, esa fascinación por no dejar ir los ochenta y los noventa. Probablemente, la nostalgia que nos impide ver más allá de nuestras series y canciones viejas favoritas. Hemos reciclado desde inicios del nuevo milenio estas modas; tanto así que los directores creativos de las marcas más influyentes visten a sus modelos con ropa que parece salida de una montaña de ropa vieja de algún tianguis. Y me pa- rece que esa falta de identidad no es más que el reflejo de una crisis creativa que afecta tanto al arte como a la moda. Ese lugar tan fácil, cómodo y lucrativo en el que importan más las relaciones públicas, una buena estrategia y falsificar tus números para lograr el éxito, lo que sea que eso signifique.

Ya intentamos (la humanidad) el socialismo, el comunismo y el capitalismo, pero seguimos imitando mo- delos de estado fallidos en los que hasta los países nórdicos con más estabilidad económica padecen de males muy distintos a los del Tercer Mundo. Vi un documental, hace no mucho, en el que se menciona que la gente en Suecia es tan independiente gracias a la estabilidad económica de su país, que viven y mueren solos, de- primidos y hundidos en el “éxito” de la estabilidad.

Ya fuimos hippies, disco, rockeros y punks. Ya fuimos dadaístas, cubistas, surrealistas, contemporáneos. Ya fuimos niños y ya fuimos adultos. Ya nos enamoramos y fuimos felices para después ser infelices. Ya fuimos buenos y fuimos malos. Ya fuimos hombres, mujeres, lesbianas, bisexuales, homosexuales y transgénero. Ya le dimos la vuelta al mundo. Ya nacimos y morimos. Ya cantamos victorias y también aceptamos muestras derrotas. Ya fuimos feministas pese al afán de algunos por justificar y perpetuar el patriarcado, por medio de burlas y memes. Ya fuimos inclusivos, y pareciera que las puertas al fin se abren para apreciar la belleza donde antes no la veíamos, o mejor aún, nos estamos dando cuenta de que la belleza está sobrevalorada.

El problema, creo, es que nos resistimos a dejar morir o matar un sistema caduco y nocivo en el que vi- vimos, en el que están sentadas las bases de nuestra historia como civilización, por miedo al cambio o por mera comodidad.

Algún día tomaremos conciencia de que la clave está en la colaboración recíproca y en erradicar nuestro concepto del éxito, y así podremos ponerle fin a las instituciones que nos manejan: entonces daremos la vuelta a la página y contaremos una nueva historia.

Gracias por leernos.
P.D. Este número se realizó exclusivamente gracias al apoyo de talento local, GRACIAS.

Tony Solis y el equipo editorial de Y- NOT

YA FUIMOS TODO