Por Cyn Maya
Siempre he creído que las cosas que nos pasan, o que nos encontramos a lo largo de la vida, llegan en el momento en que deben hacerlo. Incluso, si se adelantan y aún no es tiempo, vuelven para encontrarnos cuando más las necesitamos.
Eso fue lo que me pasó cuando conocí a The National. Algunos pensarán que fue tarde porque la banda ya iba por su sexto disco, Trouble will find me, cuando los escuché por primera vez. Los conocí un día haciendo zapping en la televisión sin mucha idea de lo que quería ver hasta que me encontré uno de esos programas de música en los que pasaban videos. En ese momento pasaban el video de “Sea of Love”, uno de los tracks más emblemáticos del álbum. Un video a mi parecer divertidísimo en el que la banda rinde homenaje a otra banda rusa de post punk: Zvuki Mu; y aparecen los músicos en un espacio muy reducido tocando en un estado ausente, mientras un niño de unos 6 años baila sin tener mucha idea de lo que hace.
Pero más allá de un video chistoso, lo que más se quedó en mi memoria, fue la voz de su vocalista, Matt Berninger. Esa voz me desarmó, me tomó desprevenida, jamás había escuchado una voz así, fuerte, suave y profunda. Pero no era solo eso, su voz lograba hacer que sintiera de verdad lo difícil que puede ponerse la vida algunas veces: triste, frenética, feliz, enamorada, devastada. Todo, todo… en una sola voz.
A partir de ahí, empecé a revisar toda su discografía y cada vez me enamoraba más de la voz de Matt, solo que ya no era solo eso, los arreglos melódicos del resto de la banda eran magníficos, llenos de texturas, jugaban muchísimo con los tiempos y con diferentes ritmos. Las letras de las canciones escritas en su mayoría por el mismo Matt y su esposa Carin Besser. Todo eso en conjunto dan como resultado una experiencia emocional bastante fuerte.
Para escuchar a The National hay que estar dispuestos a abrir todos nuestros sentidos y estar conscientes de nuestros propios sentimientos, para así, permitirles romper nuestro corazón y ayudarnos a levantarnos de nuevo.
La música de esta banda originaria de Cincinnati, Ohio, me ha acompañado a lo largo de los momentos más difíciles de mi vida, tal vez por eso los guardo en un sitio especial en mi corazón. O simplemente porque le hablan tanto a la vida, que es irremediable el hecho de poner alguna de sus canciones como soundtrack de cada episodio que se presenta.
Si bien, la voz de Matt siempre ha sido la protagonista de la mayoría de sus álbumes, si no es que de todos. Y la música es ese acompañamiento perfecto que rodea el núcleo que es la voz, es lo que la completa y la vuelve tan poderosa…
Bueno, eso era hasta que en mayo de este año, lanzaron su octavo álbum de estudio: I Am Easy to Find. Este material cuenta con las colaboraciones de Lisa Hannigan, Mina Tindle, Kate Stables, Sharon Van Etten, y el Brooklyn Youth Chorus, el cual se hace presente y tiene su momento estrella durante el track “Dust Swirls in Strange Light”, además de contar con la participación de Gail Ann Dorsey, quien colaboró largamente con David Bowie como bajista y corista.
Aún así, The National conserva ese distintivo de elevar las voces en sus canciones, en “I Am Easy to Find”, nos encontramos con una experiencia mucho más inmersiva que por ejemplo, en Boxer, a mi parecer, su mejor álbum. En este nuevo material discográfico, la banda nos lleva por un conjunto de voces, sonidos, texturas, armonías muy diferente a lo que estamos acostumbrados a escuchar. Ésta vez todo funciona como un proceso con un inicio fuerte con “You had your soul with you”, para pasar por “Hey Rosie”, que nos habla de un amor intenso, que arde y que se niega a soltarnos, luego ir por “Not in Kansas”, uno de los tracks más conmovedores y nostálgicos del álbum, luego pasar por “Dust Swirls in Strange Light”, el cual me sorprendió muchísimo, jamás me esperé escuchar un coro en alguna canción de la banda, obviamente se volvió mi track favorito, es complejo, fuerte y lleno de vulnerabilidad. Finalmente llegamos al track más doloroso del álbum: Light years. Honestamente, me costó recuperarme de eso, el track llegó acompañado de su propio video musical antes de que saliera el álbum completo, está protagonizado por Alicia Vikander y es básicamente la historia de una vida, tan sencilla y tan compleja como suele ser la vida misma, con altos y bajos, con cosas buenas y cosas malas, con luz y oscuridad.
Podríamos decir que nada ni nadie te prepara para un álbum de The National. Es de esas pocas bandas de rock que aún tienen ese poder de jugar con nuestros sentimientos, que aún pueden sacarnos lágrimas de felicidad o tristeza. Que pueden ayudarnos a atravesar por momentos que por más difíciles que parezcan, nos da la esperanza de que siempre habrá una luz al final del túnel.
The National es ese amigo que no te dice lo que quieres, sino lo que necesitas escuchar.