Por Sergio Orospe
Retrato: Marcelo Chavira
20 de junio, 2019
Cuando llego a la enorme bodega adaptada como estudio y espacio creativo donde se llevará a cabo la entrevista, un fotógrafo le está haciendo un par de retratos a Michel Mallard. Nos presentan, me saluda brevemente y continúa posando relajado, siguiendo las indicaciones del muchacho que continúa con la sesión proponiendo ideas que Mallard acepta gustoso.
Corre el año 2018 y parece que ha pasado mucho tiempo, décadas quizás, desde que comencé mi carrera dentro del mundo editorial aunque en realidad han sido poco menos de diez años. Pero es que todo ha pasado muy rápido y a veces debo confesar que me siento confundido.
Si esa es mi percepción en algo menos de una década en un mercado emergente como el mexicano, no puedo ni imaginar lo que ha vivido Michel a lo largo de sus casi treinta años de carrera creativa en algunas de las ciudades más vertiginosas del mundo como París, por ejemplo. Para quien no lo sepa, sería bueno mencionar que Michel Mallard es director creativo, curador y fotógrafo. Fue director creativo de revistas como Vogue Homme International, L’Officiel, Biba o Jalouse, y a través de su estudio personal. Michel Mallard Studio, ha sido el creativo detrás de campañas publicitarias para firmas como Kenzo, Azzaro o Jean Paul Gaultier. Además, ha sido curador de importantes exposiciones de fotógrafos como Guy Bourdin, Steven Klein o Saul Leiter y de festivales de moda en diferentes partes del mundo.
M: Yo siempre me he considerado un activista cultural, mi terreno son los medios de comunicación y mi arma es la imagen. Me interesa el cruce del arte y los medios de comunicación. Creo que el arte por sí solo es algo autista, incestuoso, siempre convoca a la misma gente en cualquier parte del mundo, todo mundo se conoce dentro de la escena del arte y siempre son los mismos, no creo que aporte muchas cosas interesantes. A mí me interesa por ejemplo hacer que un fotógrafo como (Nobuyoshi) Araki haga fotografía de moda para una revista que tiene un tiraje grande, digamos de 250 mil ejemplares. Ahí tienes la posibilidad de presentarle el trabajo de Araki a casi 800 mil personas, que es mucho más de lo que lograrías presentando su trabajo en una galería de arte con los mismos de siempre. Creo que hoy es muy interesante cómo puede converger el mundo del arte con la publicidad, con los billboards que estarán al alcance de cualquiera en lugar de, repito, las mismas galerías y el mismo público de siempre. Creo que esto se debe a que vengo de un contexto diferente, de izquierdas, ajeno un poco al mundo en el que he desarrollado mi carrera. Me interesa mucho explorar las posibilidades de la imagen a través de estos cruces de caminos entre disciplinas, a través de festivales de la imagen, que reten, que hagan pensar, me interesa el riesgo.
S: ¿Pero no es acaso el riesgo algo a lo que cada vez parecen más temerle todos dentro y fuera de esas industrias (la editorial y la publicitaria)?
M: Claro, tú le cuentas una idea muy novedosa, arriesgada a un CEO y se espanta, hará todo lo posible para evitarlo, mediciones y demás para demostrar que lo más sensato es evitar esos escenarios desconocidos y continuar sin cambios.
Luego de esto, y fuera de grabación, me cuenta casos absurdos en los que los clientes han intentado cambiar su idea por meras ocurrencias que han tenido el día del shooting o la filmación.
S: Y, entonces, ¿cómo hacer que esa gente, que finalmente es la que toma las decisiones, acepte tomar los riesgos?
M: Haciéndoles ver que es su única alternativa, sobre todo en una industria que cambia cada vez más rápido hacia terrenos desconocidos. Es muy complejo porque ellos te contratan para renovar su imagen, para proponerles esos riesgos y cuando por fin funciona y hay éxito, precisamente por ese riesgo, ya no quieren que te muevas ni que cambies la estrategia. Es absurdo pero es la regla dentro de un mundo en donde lo único que importa es la ganancia. Pero no solo le pasa a los CEOs, le pasa a los creativos también, a los fotógrafos. Hay algunos como (Peter) Lindbergh que tienen un espectro muy amplio para abarcar diferentes mercados y escenarios, pero algunos se encierran en el estilo que les funciona y se vuelven aburridos, y terminan siendo prescindibles. Un buen fotógrafo tiene que ser un realizador y un creativo antes que un técnico. ¿Por qué? Porque si le das una buena cámara a un perro (dice medio en broma, medio en serio) y lo pones a dar vueltas con un auto disparador al final vas a tener fotos muy buenas, tendrás que editar de entre miles de fotos pero al final tendrás un gran shooting del vecindario que recorrieron el perro y la cámara. Ahí te vas a dar cuenta de que lo importante, lo que hace la diferencia entre un gran fotógrafo y otro que no puede serlo es la creatividad, el manejar todos los diferentes aspectos que hay detrás de las grandes imágenes y no solo la técnica, porque esa la puede aprender cualquiera.
S: Como fotógrafo, esto me lleva a otra pregunta: ¿cree Michel Mallard que tenemos un culto absurdo por la juventud, por lo novedoso como sociedad y como industria? Lo digo porque hoy día es mucho más común, podríamos decir que incluso la norma, leer artículos sobre los “fotógrafos favoritos menores de 30” que sobre aquellos que han aportado algo sustancioso a la industria.
M: Definitivamente, y seguramente te tacharán de viejo a manera de insulto al decirlo pero es cierto. Hoy día tenemos una obsesión por lo nuevo, los jóvenes salen de la escuela de fotografía y quieren publicar su primer libro inmediatamente, los diseñadores quieren tener su propia casa de moda al primer año de trabajo y es absurdo. Antes sabías que tenías que trabajar muy duro, buscar un estilo propio, tomar muchas fotos y después pensar en hacer un libro, hoy no. La necesidad de novedad, absurda en los tiempos de la inmediatez de las redes sociales, es lo que orilla a las empresas y a los medios a buscar lo nuevo en lugar de la calidad. Esto curiosamente lo hace todo más cerrado porque ¿quién va a tener las posibilidades de colaborar con marcas o grandes proyectos a edades tan tempranas? Los privilegiados, irremediablemente. Presentan a la hija de (Paul) McCartney como un prodigio por haber hecho su marca y haberse hecho de un nombre dentro de la industria cuando su padre es uno de los hombres más poderosos e influyentes del mundo, está el caso de las Jenner que presentan como emprendedoras cuando todo está perfectamente planeado por un gran equipo detrás de ellas. Eso para mí no tiene sentido.
S: ¿Hacia dónde cree que se dirija la industria editorial?, ¿cómo ve el panorama?
M: Desastroso. Todos los grupos grandes están perdiendo dinero, y el marketing valora más los números de los influencers que el contenido generado por creativos dentro del medio. Curiosamente, por otra parte, no creo que los medios digitales tengan un futuro tan promisorio. Se invierte mucho y ese dinero no parece regresar. Están desapareciendo muchas revistas pero también aparecen otras de menor tamaño en formato impreso. Definitivamente, creo que el modelo de hacer revistas es el que tiene que cambiar. La inmediatez es fantástica, nos enteramos de todo en tiempo real, ahora vemos las pasarelas en vivo sin importar donde nos encontremos (hablando de moda) y lo mismo pasa con cualquier noticia. Creo que lo que hará mantenerse vigente a un medio, sea una revista o cualquier otra cosa, es su capacidad de análisis, de interpretar lo que está pasando, que no te presente solamente lo que está pasando sino un extra. Su capacidad creativa también es muy importante. Pero lo mismo pasa en la publicidad, esa inmediatez también le ha dado en la madre a la creatividad. Ahora el cliente puede ver en tiempo real el contenido que tendrá en su anuncio y todo mundo da su opinión y el resultado tiende a volverse bastante aburrido, sin todo lo que no le gusta al cliente, a los modelos, a los maquillistas, a los peinadores, incluso cuando había un moodboard aprobado por todos. Es aburrido, frustrante.
S: ¿Cómo hacerle frente a ese escenario tan sombrío e incierto? Es decir, desde adentro de una industria editorial débil pero creativa como la de los mercados emergentes.
M: Como lo están haciendo ustedes y algunas otras personas aquí en México. Trabajando mucho, creando con equipos reducidos, sin importar si hay grandes presupuestos o condiciones limitadas. Creo que la clave está en no desesperarse. He visto muchos casos de gente que se desmotiva por las difíciles condiciones económicas a las que se enfrenta dentro del medio editorial. Está bien querer ganar más dinero, vivir mejor, pero si realmente quieres crear y aportar algo interesante tienes que hacerlo aunque tengas que sobreponerte a diferentes barreras. Es muy difícil pero creo que ahí está la clave.