Transfiguraciones: entrevista a Olivier de Sagazan
Por Prett Rentería
Artista plástico originario de una pequeña región de República del Congo, quien ahora reside en Francia, Olivier de Sagazan (1959), busca dar un acabado único a sus obras a través del uso mixto de técnicas como, por ejemplo, la escultura, la pintura, la fotografía e incluso el performance. Pero sucede algo interesante al momento de observar estas técnicas no sólo yuxtapuestas sino integradas en una sola pieza de siluetas humanas con semblantes de agonía, terror y locura. El molde para estas lúgubres estatuas y retratos proviene directamente del cuerpo de Olivier, quien forma parte del proceso mismo de la mayoría de sus trabajos.
Ha realizado alrededor de 100 performances en Estados Unidos, China, India y Europa; como también ha experimentado aparecer en el escenario de algunos fashion films y colaborado en la elaboración de videoclips con cantantes como FKA Twigs.
Como muchos de nosotros en edad temprana, Olivier eligió erróneamente una carrera universitaria (biología) que lo llevó a dedicarse a lo que en realidad le fascinaba: el tratar de comprender y de abarcar la vida en su complejidad; pero en vez de hacerlo desde las ciencias optó por la pintura, la cual es otra forma de estudiar la vida, según nos dice. De la pintura pasó a la escultura, y ambas lo motivaron para experimentar con el performance, ya que le parece imposible concebir una idea sobre el arte sin pensar en la impronta que sus experiencias vitales dejan en cada una de sus obras con técnicas mixtas. ¿Qué corrientes de pensamiento o tendencias artísticas pudieron haber influido en la obra de Olivier? Dado que se trata de un trabajo multidisciplinar, nos cuenta que al inicio se sintió atraído por Francis Bacon, especialmente por las “desfiguraciones”, lo cual le hizo meditar que la pintura y la escultura pueden ser maneras o discursos similares de cómo pensar el cuerpo y la carne, pero también una manera de revelar nuestro sentir sobre la vida. Olivier tiene una pequeña teoría sobre esto, y cree que vivimos enajenados en la cotidianidad, que olvidamos lo extraña que puede ser la vida misma; estamos tan habituados a observar armonía y composición en cada elemento que constituye nuestro universo visual desde que nacemos que el toparnos con deformidades, ruidos y siluetas disruptivas nos puede “descolocar” de la zona de confort e invitarnos a reflexionar. Por ejemplo, ¿qué sucede cuando ponemos en contraste una bella réplica renacentista del rostro de dios con un rostro de carne desfigurado? Es justo hacia ese extrañamiento entre lo etéreo de la idea preconcebida de belleza y la materialidad de las formas orgánicas al que Olivier parece dirigir sus trabajos: lo más interesante para él resulta de utilizar su propio cuerpo como molde para sus pinturas y esculturas. Ese trabajo, nombrado como “Transfiguración”, involucra no sólo combinación de técnicas sino cierta performática a partir del proceso de su elaboración
Por otro lado, Olivier de Sagazan ha colaborado con artistas en diversos ámbitos, como Gareth Pugh y Mario Sorrenti, quienes desde la música, la moda y la fotografía (respectivamente) logran conjugar las transfiguraciones de Olivier con sus propuestas. En algunos de estos videoclips hechos en conjunto observamos violencia y furia, en combinación con una sosegada melancolía que nos rescata de la pesadilla. Según afirma el artista, es el efecto que espera dejar en el espectador, más allá de envolverlo en la muda contemplación estética su intención es sacarlo del ensueño de la cotidianidad y despertarlo al conflicto de la nuda vita; para él, la función del arte consiste en redimensionar nuestra realidad habitual para poetizar el registro de nuestras experiencias desde un nuevo nivel de consciencia. No obstante, la cultura espiritual en la que nos desenvolvemos puede transmitirnos el sentimiento de las intenciones de Olivier por otras vías, como bien pasa con la música y el cine. Una de sus bandas favoritas es Pink Floyd, pero también lo clásico como F. Schubert; respecto del cine, sus obras preferidas son Blade Runner y Matrix, lo que nos dice un poco sobre su inspiración en los paisajes futuristas y distópicos para sus Transfiguraciones.
En resumen, parece ser que la intención de Olivier de Sagazan por hacernos poner en suspenso el juicio sobre lo real y cotidiano se cumple desde el momento en que dejamos de ser observadores pasivos de su obra y nos involucramos a partir del diálogo con sus piezas, las cuales trastocan y re-articulan nuestra percepción sobre el mundo y nuestro devenir, es decir, nos transfiguran.