Por Cyn Maya
15 de agosto, 2019
Recuerdo que también dieron dos fechas en México en aquel entonces. Fue la primera vez que me sentí conectada con una banda a un nivel que pocos logran entender. Fue también la primera vez que lloré en un concierto. Aún recuerdo ver a esos tres jóvenes tímidos entrar al escenario y transformarse en tres criaturas hermosas, llenas de fuerza y agresividad sin dejar de lado su vulnerabilidad. La imagen de Oliver, Ollie, cantando sobre el borde del escenario y mirando al público con una violencia y certeza que jamás he vuelto a ver en los ojos de cualquier otro músico es algo que no se me va a olvidar jamás.
Hace 10 años estaba en los primeros semestres de mi carrera. Estaba comenzando mi etapa “adulta” y estaba más perdida que nunca.
Han leído por ahí la típica pregunta de: ¿Qué le dirías a tu yo de inserte x cantidad de años aquí? Justo hoy estoy pensando en eso. En 2009, estaba por cumplir 20 años, la misma edad que tenían Romy, Oliver y Jamie cuando produjeron y lanzaron esta belleza de álbum. Pero ellos estaban lanzando un material que sigue vigente 10 años después y cuyas canciones son, ahora más que nunca, himnos con los cuáles más de uno se siente identificado. Yo estaba en plena crisis existencial sobre mi carrera y lo que quería hacer de mi vida cuando los escuché por primera vez en el departamento de una amiga mientras ella y otros amigos fumaban marihuana.
Así que hoy, 10 años después, me pongo a pensar: ¿qué le diría a mi yo de 19 años? Tal vez le diría que todo va a estar bien. Que las cosas van a mejorar, que la crisis es solo una etapa. Le diría que al final todo el sufrimiento causado por la ansiedad va a mejorar, que vamos a encontrar ayuda. Muy seguramente le diría que deje de perder el tiempo enamorándose de tipos que no valen la pena, eso le ahorraría mucho tiempo y bastantes lágrimas. Y le diría que hace bien en elegir VCR como su canción favorita en el mundo y que 10 años después, lo sigue siendo.
XX es un álbum que le canta al amor, a ese amor puro y honesto que sentimos la primera vez que nos enamoramos. Con el paso de los años ese concepto va cambiando y en muchas ocasiones, se ensucia un poco. Pero cuando somos jóvenes, lo vemos como algo nuevo, como algo bueno y emocionante que nos provoca muchas emociones y a la vez nos hace experimentar sensaciones físicas de las que no teníamos ni idea. Ese amor sencillo, que con poco se vuelve grande y que se alimenta de pequeños detalles que lo son todo. Amor que se estremece con el roce de unos dedos sobre la piel, que sucumbe bajo la urgencia del primer contacto con la otra persona y que perece si llega alguien más.
Me pregunto si esos tres jóvenes siempre vestidos de negro se imaginaron en ese entonces que llegarían tan lejos. Que sus conciertos pasarían de ser en venues pequeños a hacer sold out en los escenarios más grandes e importantes del mundo. Me pregunto qué inseguridades tenían ellos hace 10 años, ¿seguirán siendo las mismas hoy en día?
Hoy, una década después y con dos álbumes de estudio más (Coexist y I see You). Pienso en su evolución, como músicos, como artistas y representantes de una generación que antes de su llegada se sentía perdida. Y no es que hayamos dejado de sentirnos perdidos, pero al menos en ellos encontramos un poco de consuelo, algo que nos clavara en la tierra y nos hiciera sentir que por más que nos duela o por más confundidos que estemos, siempre podremos refugiarnos en la certeza de que el día que menos lo imaginemos, podremos sentirnos felices, amados, deseados, admirados, y que, cuando eso pase, seremos infinitos.