Foto diario 8M Monterrey

Fotos y texto por Rosalinda Olivares

Las chingonas de CDMX resignifican las vallas colocadas por AMLO alrededor del Palacio Nacional y las intervienen. Escriben los nombres de víctimas de feminicidios y las llenan de flores. Una imagen llena de poder que no olvidaremos y que todxs tenemos en nuestra mente.

Pero ¿dónde están las compas de la periferia? ¿dónde están las morras del norte y qué andan haciendo las del sur? Resulta que el resto del país ha estado temblando desde hace años y no estamos volteando a verlo.

Desde el 2019 empecé a documentar las marchas del 8M en Monterrey tratando de documentar eso otro que los medios conservadores de la ciudad no mostraban. Acá pareciera que lo importante es visibilizar
los grafitis del #8M. Diría mi tía: ¡Qué escandalosas son! ¡Esas no son maneras!

Con el paso de los años supe los nombres de esas mujeres a las que tomé fotos y después conocí las historias de algunas de ellas. Me di cuenta que el movimiento no queda sólo en ir a marchar, es también conocer las historias de otras mujeres y la diversidad que hay en ellas. Es darnos cuenta de que apenas y vemos la punta de un iceberg. 

Éste año vi muchísimas de esas caras conocidas, pero también vi  a muchas nuevas y más jóvenes. Que chingón saber que chavas de 20 años estarán conscientes de esas cosas que las de +30 normalizamos por mucho tiempo. 

Que lxs niñxs de menos de 10 años acompañando a sus madres crecerán con un referente muy cabrón sobre los derechos de su persona y su cuerpo.

Y hablando del territorio del cuerpo; a muchos les escandaliza ver unos pechos al aire y esto no es mas que porque nuestros cuerpos son sexualizados. Que una mujer muestre su cuerpo no es una invitación a nada pero así crecimos: tapándonos el escote, ocultando nuestras piernas porque pues hay visita. La falda va 4 dedos arriba de la rodillas decían las monjas de la escuela a la que fui ¿no será que lo realmente #peligroso es la mirada lasciva de quienes sexualizan?

Al final, una chava de unos 20 años máximo contó  su testimonio. Fue súper valiente al hacerlo frente a todas nosotras. Contó que de niña alguien mayor y cercana a ella y su familia la tocaba cuando tenía 5-6 años. Ella creció pensando que eso era normal. Fue hasta hace poco tiempo que se dio cuenta que había sufrido abuso. Fue imposible no llorar. Todas lo sentimos. Todas hemos estado en situaciones así sin darnos cuenta que en ocasiones han sido nuestros amigos, pareja o familia quienes han abusado de nosotras.

Que chingón que lxs niñxs sepan nombrar las cosas. Al nombrar estos hechos es que podremos reconocer la violencia (física, emocional y psicológica) que nos rodea.

Esto es por las nuevas generaciones, pero también por las mayores a nosotras que se tragaron cosas horribles y crecieron y murieron pensando que era su culpa. Por los secretos que nuestras madres, tías y abuelas se han llevado a la tumba. R-

Foto diario 8M Monterrey