MUGLER celebró la diversidad, antes de que todos lo hicieran.

Por David Díaz.

El pasado 31 de marzo, en el día mundial de la visibilización Trans, Mugler bajo la dirección creativa de Casey Cadwallader lanzó una segunda colección de Primavera-Verano que celebra la diversidad de cuerpos y personas. Algo que su fundador Thierry, había hecho desde antes que se acuñara el término “LGBT+”. 

 Podrá parecer como un avance de la  neoliberación sexual del siglo XXI, pero esta casa de moda iconográfica y escultural de finales del siglo pasado ha izado esta bandera desde antes que tuviera un nombre. 

Tan solo recordemos a Roberta Close, la modelo brasileña, quien fue la primera modelo transgénero en posar para la edición Playboy de su país y ser modelo para Thierry Mugler, Guy Laroche o Jean Paul Gaultier. 


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La esencia de Mugler, extravagancia, sensualidad, dramatismo ¡CAMP! en su máxima definición. Casey no ha dejado aún lado estos valores identitarios y cobraron fuerza con Dominique Jackson y Hunter Schafer. 

Cuenta con un soundtrack de Shygirl y un diseño semitransparente, casi imperceptible que reutiliza Lycra para ser más accesible a sus consumidores.

 Se inició con este estandarte ya en la época dorada de la firma, donde el futurismo se vislumbraba tan libre pero sensual, donde personas transgénero, drag queens hacían furor en las pasarelas, el 2021 no debe hacernos creer que lo hemos logrado todo en materia de derechos humanos, pues aún nos falta alzar la voz y desmitificar al humano como un ente polarizado.

MUGLER celebró la diversidad, antes de que todos lo hicieran.