La única forma que conocía para detener el tiempo era tomando fotografías, la segunda forma es viajando a Cuba. Esta pequeña isla entre sus atardeceres naranjas en El Malecón, el olor a tabaco, su clima cálido, su cerveza Bucanero, las caminatas entre sus calles estrechas y coloridas en tonos pastel, su arquitectura colonial española, su son de fondo, los mojitos delicioso, sus carros clásicos y su gente siempre sonriente es la escena perfecta para sentirse como si de una película vintage se tratara. La capital cubana tiene cierto aire de nostalgia y tranquilidad, sin dejar de lado que es un país revolucionario y lleno de lucha.

Las caminatas largas en La Habana sirven para observar, contemplar y capturar.