Slowcore o música para la generación prozac
Créditos: Sofía Zorrilla
Stratosphere (1998) de Duster, uno de los mayores y aclamados representates del slowcore.
Aunque poco se escucha hablar del slowcore actualmente, es un género que ha ganado popularidad o más bien ha salido a la luz gracias a la invención del internet. Es un subgénero que está presente en el indie rock actual y que como la disquera más representativa del género, Numero, lo asegura, es la cuna espacial, el refugio para la polémica, furiosa y sintética generación prozac.
En este artículo explicaremos un poco de cómo inció, su historia, su estado actual y por qué es importante, siendo un símbolo permanente para la mayoría de la generación de los 90s.
Duster – Duster (2019), el homónimo con el cual reaparece la banda después de más de 20 años de silencio.
¿Slowcore, sadcore, spacerock, lo-fi, post-rock, shoegaze o simplemente indie-rock? Todos estos denominadores son correctos: lo triste y lento del slow/sadcore, la desgarrante pero intencionada baja calidad, lo psicodélico, el crescendo del post-rock y el uso limitado pero efectivo de efectos convierten a este grupo de artistas en un significado ambiguo pero fácil de reconocer.
Y es que después de todo, ¿cómo podrías catalogar tu soindo o darle exposición a tu música sin acceso al internet?
Empezar a narrar la historia del grupo americano Duster puede ser un buen inicio de partida para explicar la rareza del slowcore. En febrero de 1998, la banda de rock atmosférico, o como se le pueda nombrar, celebra el lanzamiento de su primer álbum Stratosphere. Todo ejecutado y creado principalmente dos personas Clay Parton y Caanan Dove, después integrando a un baterista. A su vez bandas como Modest Mouse y Neutral Milk Hotel lanzaron albumes en la misma disquera, generando una difícil o imposible competencia entre el rock que vende y aquel para los pequeños nichos. Y si bien el internet existía para los finales de los 90, menos de la mitad de la población estadounidense estaba en línea. Ni hablar del resto del mundo. Después hicieron algunos EP y su glorioso LP Contemporary Movement en el 2000. Para muchas bandas esto hubiera significado el fin y en realidad lo fue hasta recientemente en su redescubrimiento. Los músicos se separaron y siguieron su camino con diferentes agrupaciones, vaya, lo típico de cualquier banda indie pequeña.
De hecho este fue el caso para varias bandas afines como Slowdive o My Bloody Valentine (shoegaze), que gracias al internet tocaron a un público más grande al que se habían enfrentado jamás. Estas bandas ya tenían cierto estatus y eran los ejemplos a seguir para muchas otras. Este no fue el caso con Duster, que surgió gracias a nada o tal vez a la mera obsesión humana de compartir via internet y dejar commentarios en Youtube, Reddit, etc. Recientemente surgieron labels como Numero que tenían como principal intención salvaguardar la música y sacarla de su eterna tumba, darle una oportunidad de vivir otra vez.
¿Lo más loco? Discos originales de los 90s de Duster pueden alcanzar precios exorbitantes, de hasta unos 400 dólares por LP para ser exactos. Sin existir algún fanbase enorme como si se tratara de algún artista de mainstream de festival, la música de Duster se ha convertido en un culto y es increíblemente apreciada por sus devotos; quizá gracias a su temática interestelar, letras que señalan los estancados sentimientos millenial, a su inconstante y casi accidental psicodelia, no lo podemos asegurar. Lo cierto es que la influencia de esta agrupación está presente en bandas de categoría internacional así como mexicanas.
Bedhead (1992-98) fue una banda texana que optó por composiciones muy largas y arrulladoras.
¿Y qué exactamente es el slowcore? Recordemos qué estaba sucediendo en los 90s. Alrededor de 1990 para ser más precisos: al auge del grunge. Bandas como Nirvana, Pearl Jam, Alice in Chains, Melvins o Soundgarden estaban llenando escenarios con su estridente y rasposo sonido y por su puesto, llenando escenarios. Podríamos entonces argumentar que el slowcore se origina casi accidentalmente (tal vez de manera involuntaria) como una respuesta, una forma de protesta hacia la agresividad, la rapidez, el destruir guitarras y todo lo que nos recuerde a un concierto cocainómano de Nirvana. Aquí también es importante hablar de términos como la guerra del volumen, donde las agrupaciones querían acortar su rango dinámico para sonar fuerte todo el tiempo, hasta cuando debería ser tranquilo (pensemos en el techno por ejemplo). Esto de sonar fuerte todo el tiempo puede ser la diferencia entre un hit de radio y una canción más, pero también tiene sus desventajas: el rango dinámico.
Entonces, en un momento donde todo sonaba fuerte al tope y te mantenía saltando, varias agrupaciones (sobre todo en Estados Unidos) deciden responder con calma, paciencia y tocando a un volumen muy bajo con opción a sonar al tope en unos pequeños segundos. Igual que en la música clásica pero ejecutada con instrumentos tradicionales del rock y sin ser tan ostentosa. De hecho, se traduce en todo lo contrario con armonías propias del jazz (séptimas, novenas o suspendidas) pero con un arreglo minimalista.
La temática lírica generalmente trata de infelicidad, desacuerdo, problemas con adicción, etc. Todo aquello que nos recuerde a lo sombrío de la vida. No sólo se limitaron a hablarlo o usar acordes tristes (si es que pueden llamarse así) sino a generar un sentido de frustración, de no resolución con un trabajo muy repetitivo donde ese incio o final nunca llegan. Mientras el grunge resolvía sentimientos similares a través de gritos, el slowcore lo resolvió a través de tonos pulcros, usando sabiamente la distorsión además de la conjunción del lo-fi con aspectos psicodélicos como ocurría en el shoegaze. La diferencia era la moderación en el uso de efectos.
“Will I be able to speak after a stiff drink? Would it break my panic? Would the sweat stop pouring out?”
Un ejemplo del sentido de desesperanza en la letra de Inside Out de Duster.
Lista de esenciales propuesta por un usuario en 4chan.
El slowcore en México: actualmente existen varias agrupaciones que sabemos por diálogo directo que si bien su sonido no es exactamente el del slowcore (sería muy aburrido copiar lo hecho), sí gustan de oir música slowcore ·/ spacerock, o cómo queramos llamarle. Algunos ejemplos son: Loiis, El Shirota, No Somos Marineros o Mint Field, por nombrar algunos de los más exitosos. Quizá están emergiendo más bandas con este sonido actualmente y aún no tengamos idea, esa es la magia del slowcore.
Wimbledon por Loiis (2021, inactivos) es un claro ejemplo de la catarsis slowcore mexicana.
Por último, ¿cómo vamos a hablar tanto de música sin escuchar? Dejamos por aquí una pequeña pero contundente guía que los llevara por pasajes de space-rock y slowcore, orientada sobre todo a aquellos que nunca han oído hablar del género pero con algunas gratas sorpresas como bandas más actuales y mexicanas. Esperamos que está lista sea la cuna cósmica donde puedan sanar y descansar eternamente.