Desde hace cuatro años siempre tuve la inquietud de tomar fotos de la celebración del Día de Muertos fuera de la CDMX, ya que siempre me han atraído lugares con misticismo y energías sobrenaturales como Catemaco y Mixquic.

En Agosto estaba haciendo home office por la quinta ola de covid, en un tiempo muerto de mi chamba, comencé a ver mis redes sociales y de repente vi un viaje a Michoacán para el 1 y 2 de noviembre, no dudé y me gasté lo último de mi quincena para apartar mi lugar.

El día del viaje, mi primer parada fue en Pátzcuaro, fue hermoso ver los colores de ese bello lugar y como muchas personas de mi país y extranjeros caracterizados de catrina, un símbolo nuestro que desde mi punto de vista ya estaba quedando en el olvido.

Posteriormente en la tarde me trasladé en lancha a la isla de Janitzio, la cual sus sus callejones te atrapan por sus comercios coloridos con bellas ofrendas, lo cuales conforme vas avanzando te dirigen a su camposanto, que más que cementerio parece jardín por las grandes cantidades de Cempasúchil que decoraban las tumbas.

De regreso cuando cayó la noche visite el panteón Tzintzuntzan, donde los pobladores se esfuerzan cada año en hacer más vistosas las ofrendas para sus seres queridos, y conforme lo vas recorriendo una supera a la otra, al grado que puedes organizar un concurso de cual es la más bella.