Las divas del jazz: grandes, mujeres y negras
Por Penélope Mujica
En una época en la que ser una mujer grande negra y exitosa, no es sólo aceptado, sino fomento por la industria del entretenimiento puede ser difícil imaginar la distinta realidad que experimentaron las primeras divas de color que se adueñaron de los escenarios.
Billie Holiday
Pensar que Rihanna no pueda entrar al restaurante de su elección por su tono de piel no nos cabe en la cabeza: si eso sucedería en la actualidad, en 15 minutos el fan page del restaurante estaría bombardeado de malas críticas , y CNN, BBC y Alt J estaría sacando videos del momento exacto en que “Riri” fue discriminada; la indignación y la tristeza no tardarían en reflejarse en los ojos acuosos de los espectadores, que con cerrado e impotencia se preguntarían: “¿adónde hemos llegado?”.Y sí, es cierto que no estamos bien, al momento parece que nos acercamos a 30 km por segundo a las realidades planteadas en las películas apocalípticas de los ochenta con una extinción que a veces se siente casi inminente, las constantes diásporas que se forman por el mal manejo de paises y mil factores mas. Pero sin querer sonar como una hippie positiva, realmente hemos logrado muchos avances, por más tenues e insuficientes que nos parecen desde nuestro privilegio de haber nacido en la post-guerra, ahí están.
Los derechos a los que estamos acostumbrados no siempre estuvieron ahí.
Estados Unidos, 1961
Ella Fitzgerald
Comienza a sonar la orquesta y sale Ella Fitzgerald al escenario, con su sonrisa habitual y el glamour que siempre la acompaña, a ella ya las otras divas del jazz. Canta “Mack the Knife”, “Round About Midnight” y otros éxitos, la gente aplaude, la música se detiene, el espectáculo se ha acabado, y con él la ilusión de respeto y admiración. En este lugar, afuera del escenario, Ella no es una diva, por muchos ni siquiera es considerada una humana con derechos, en la calles tiene que cuidarse, no puede caminar del lado equivocado de la acera y ni siquiera hará el intento de ir a comer a un buen restaurante, pues sabe que en este lado del mundo para ella cualquiera de estas acciones tiene consecuencias negativas. En alguna otra parte del país, Billie Holiday, Sarah Vaughan y una joven Nina Simone, tienen las mismas experiencias,
El nacimiento de las divas fue doloroso y fuera de serie, ellas fueron la personificación de la femme fatale en la música, una mujer empoderada que fue creada en respuesta a la partida de tantos hombres que se fueron a pelear a la Segunda Guerra Mundial, y fue en este momento cuando por fin pudo brillar y tomar el lugar que les pertenecía desde que comenzaron a “amenizar” las presentaciones de las Big Bands en los cuarenta años.
Sara Vaughan
La partida de los hombres les abrió la puerta a la libertad creativa, pero otra guerra, extrañamente similar a la que estaba fuera de sus fronteras y que las involucraba directamente, se peleaba en las calles de Estados Unidos. La comunidad negra estaba siendo brutalmente reprimida por exigir sus derechos (cualquier parecido con la actualidad es pura coincidencia). Mientras que en las calles la sangre de su comunidad era derramada, dentro de los teatros ellas ponían su mejor sonrisa para una audiencia blanca en su totalidad, cada una experimentó el momento a su manera: Ella con su sonrisa, Billie con su tristeza y Sarah con su nostalgia. No obstante, fue Nina Simone la que rompió el esquema de la diva pop y tomó su puesto en los escenarios para incomodar a su audiencia, con lo que se afectaron afuera de las marquesinas.