Por: Daniel Zepeda
Si pudiésemos nombrar a uno de los showcase más importantes de las semanas de la moda, éste sería el de Lulu Kennedy, MAN, el cual ya es conocido por ser la plataforma de referencia para la exposición de nuevos talentos del menswear inglés y cuya línea estética, entre los diseñadores elegidos, varía temporada tras temporada dando siempre de qué hablar. En esta ocasión, el showcase estuvo conformado por tres diseñadores que regresaban de la temporada pasada, que hicieron de MAN un claro ejemplo de lo que es una incubadora de talentos con ideas bien orquestadas, que a su vez mostraban una madurez de predilección y un progreso significativo en la gestación de piezas.
Como primera instancia tenemos a Per Götesson, quien se ha hecho fama como la criatura del confort por los ideales imaginarios que proyecta en sus colecciones, los cuales están impregnados de la esencia de la idílica provincia de Småland, donde es originario. Per, guiándose por sus inclinaciones idealistas, opta por siluetas masculinas fuertes, creadas y reimaginadas con líneas lánguidas que remiten a la tranquilidad que goza dicha provincia. Su colección de abrigos confeccionados como túnicas, pantalones vaporosos de corte amplio con camisas oversize, remite a ambientes extrañamente íntimos, sensuales y profundamente relajados.
Por otra parte, Feng Chen Wang presentó una versión actualizada del sports luxe de los ochenta que estuvo conformado por briefs de piel en color nude, corsets de satín y zapatos de tacón cubano. Mostrando con ello un lado más fantasioso y menos utilitario, encontrando inspiración en la noción de un sexto sentido, para formar algo menos tangible, más emocional.
Como un gran y anticipado final, para cerrar el show case se presentó el tan afamado fundador de Vogue Fabrics club-night LOVERBOY, Charles Jeffrey, con una colección que se puede interpretar como la respuesta ante los problemas sociales que enfrentan la juventud creativa y que apuntan a un futuro incierto. La colección en general se puede dividir en diversos personajes, quienes cuentan una historia diferente a partir de sus piezas, que dichas funcionan al unísono por medio de la sastrería implementada por Jeffrey, la cuál se ha convertido en la esencia de su cosmovisión. Los modelos acompañados de criaturas de papel mache y bailarines cubiertos de barro, crearon un ambiente único de obsesiones adolescentes e impulsos, que son inmersos por una continua amenaza de corrupción, según Jeffrey. Generando con ésta, una nueva vertiente en el mundo del loverboy.