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Por: Alejandra Acosta Chavez

El pasado jueves asistí una vez más a la Carrera Drag de la Ciudad de México, como lo hago semanalmente desde la primera temporada. En este evento he tenido la oportunidad de conocer gente increíble, de descubrir nuevas formas de ver, entender y cuestionar la realidad. Sin embargo, este jueves pasado sucedió algo atípico. Casi al terminar el show, la host, Paris Bang Bang, detuvo el espectáculo para señalarme en público cuestionándome frente a todos el “¿por qué tenía cara de aburrida?”. Ahondó preguntándome si no me había gustado el show o el porque no quitaba mi cara de hueva. Yo le contesté con mímica que si, estaba más o menos aburrida.

No mentí. Bajo mi perspectiva, el show del jueves pasado ha sido de lo más flojo de esta temporada. Pero eso, ya es mi perspectiva. Sí, a lo mejor tenía cara de hueva porque estuve trabajando fuertemente todo ese día, toda esa semana. Estaba cansada y aún así asistí al evento por mi gusto hacia este, a pesar de que signifique dormir solo un par de horas por la mañana. Paris no se detuvo. Ante mi respuesta me retó a subir al escenario “si es que lo hacía mejor que sus chicas”. Con hartazgo, hueva ante su actitud, le contesté que después. Continuó y respondió que “si no me parecía, me podía ir”.

El día de ayer, se declaró la victoria del candidato republicano Donald Trump como nuevo presidente de los Estados Unidos de América. Ante esto, me pongo a pensar en qué es lo que pudo orillar a que un país pueda proclamar como su presidente a una persona acusada de abuso sexual, poseedor de una ideología y mentalidad retrógrada, misógina y racista. Horas después, la Cámara de Diputados de México se promulgó en contra del matrimonio igualitario.

Aclaro mi desaprobación a la institución del matrimonio, lo que conlleva y representa, pero aún así no puedo creer los argumentos que se dijeron hoy en dicha proclamación… tales como el de Norma Edith Martínez Guzmán del Partido Encuentro Social, quien enfatizó: “Sería un absurdo, como lo hecho en Canadá y Holanda, donde una persona se puede casar hasta con un delfín o una laptop.” Por último, pero no menos importante, también hoy leí que una persona trans fue asesinada en Viaducto Miguel Alemán y el título de la nota era “Asesinan a otra Trans”. Así, nada más.

En fin, regresando a la Carrera Drag… Ahí estaba yo, estoica en mi lugar, escuchando la canción “Qué perra”, coreada por todo el aforo, sintiéndome humillada, señalada y observada. Pensando en mi culpa, porque cómo se me había ocurrido ir cansada. Pensando que la gente a mi alrededor iba a descubrir que soy de hueva. ¿Por qué no me puse una sudadera negra? Porque justo blanca, para resaltar más. Ahí estaba yo, sintiéndome culpable por ser diferente, siendo señalada y atacada por ello, en un espacio que se basa en la búsqueda de la libertad, de la diferencia, de la identidad y el ser. ¿Si eso sucede en dicho espacio, qué podemos esperar de otros?

Al salir, todos me dijeron: “no te lo tomes personal”, “Así es Paris Bang Bang”. Pero, sí me lo tomo personal. Es un derecho y una libertad, poder estar cansada, aburrida, ser mujer, ser transexual, ser homosexual, ser afroamericano, ser mexicano, ser presidente, diputada, ser musulmán y poder manifestarlo, sin temor a ser señalados, a ser violentados. Me parece importante, hoy más que nunca, darle valor a nuestra posición, hacernos responsables y dar pasos importantes en todos los campos hacia una realidad justa, incluyente, diversa, equitativa y libre. De lo que me sucedió el jueves pasado, a la violencia en Viaducto Miguel Alemán, hay solo hay un paso. Gigante, pero un paso. Depende de nosotros, seamos quienes seamos, donde sea que estemos, hacia donde los demos.

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