Por Tony Solis
Yalitza y Mar de Tavira aparecieron justo cuando tenían que aparecer. La primera, totalmente desconocida, indígena, oaxaqueña, maestra de preescolar recién egresada. La historia ya la sabemos. Marina de tavira, actriz de toda la vida, con una carrera respetable pero un tanto desconocida por el mainstream media, de culto y apasionada por el arte. Según dicen quienes la conocen, una mujer generosa, trabajadora y consciente de sus privilegios. Detrás de ellas está Cuarón, ya también conocemos esa historia. Las hemos visto juntas en todas las alfombras rojas y entrevistas, tomadas de la mano acompañándose y brindándose mutuo apoyo como si fueran realmente amigas de años o de familia. Hoy presentaron los nominados a los premios Oscar y, siendo sinceros sabíamos que Yalitza tenía muchas probabilidades de ser nominada (y así fue), pero la sorpresa fue la nominación de Mar de Tavira. Los premios Oscar no se han caracterizado por reconocer lo mejor de la pantalla grande, dado que se crean carreras, se solidifican estrategias y se mantiene a la industria mainstream del cine que genera negocios a través de los premios. Lo sabemos y estamos bien con eso, es su negocio y tienen que mantenerlo a flote. Al final, existen premios y festivales con más credibilidad artística donde, por cierto, han caminado estas dos mujeres. Así, Mar de Tavira y su pasión por la actuación y su perseverancia llegan casi de sorpresa, a su máxima exposición mediática nominada como mejor actriz de reparto. Yalitza, por su parte, nominada ni más ni menos que como mejor actriz.
Somos testigos del desarrollo de Yalitza como figura pública, desde las primeras fotos de Vanity Fair donde era prácticamente desconocida y donde también fue atacada por su apariencia. Esas fotos causaron revuelo, poco a poco su nombre se fue haciendo más y más conocido, a tal grado que, de una manera muy oportunista, la “mejor” revista de moda mexicana tuvo que ponerla como portada, para no quedar atrás en tendencia. No podían darse ese lujo. Más portadas, más editoriales, más alfombras rojas, más sobre todo, entrevistas. Yalitza es más segura de sí misma, cada vez más se ve como alguien a quien difícilmente pueden humillar por las razones que sean, su habilidad para responder preguntas y llevar las entrevistas hacia donde ella quiere, es evidente. Sus pasos por las alfombras rojas dicen lo mismo. De una elegancia natural porta los vestidos de diseño internacional o mexicano, reivindicando la belleza autóctona. Carismática y orgullosa de sus raíces, siempre tiene unos minutos para desviar la entrevista y hablar sobre los marginados, sobre las minorías, sobre su origen. Yalitza toma el micrófono y habla por muchos, consciente de la suerte que tuvo al toparse con Cuarón; se está convirtiendo en un referente, y esa posición conlleva responsabilidades éticas, y ella lo sabe. Yalitza, más allá de la actuación que de por sí es magnífica, importa más por el simple hecho de estar donde está, de ser cómo es y de tener la valentía de hablar por muchos, siempre ignorando a los reaccionarios, enfocada hacia donde ella quiere ir: educar y enseñar.Ganen o no, Mar y Yalitza ya lograron algo mucho más grande que cualquier premio: conectar e inspirar a México.