Por Daniela Ponce
27 de julio, 2019
Tú lo amas, y él dice amarte a ti.
No puedes creer lo afortunada que eres al estar con alguien tan carismático, protector y detallista, tan sociable… que se lleva bien con tus amigos, y bien en serio. Nadie debe fingir que le cae bien el otro, sus pláticas son interesantes y las risas no paran; tu familia lo adora, por fin llegó alguien que logró superar al ex que adoraba tu mamá, ese al que quería invitar a comer aun cuando ya habían terminado.
Tú lo amas, y él dice amarte a ti.
Él te cuida. Hace espacio para pasar tiempo contigo, te cuenta su vida y tú lo escuchas con tanta atención como admiración, loca, perdida y honestamente enamorada. Él siempre sabe qué decir y cuándo decirlo; sabe cómo comportarse en cada lugar; cómo vestirse y cómo tratar a los otros, cómo sonreír, cómo todo… sabes que jamás te avergonzará.
Tú lo amas, y él dice amarte a ti.
Pero tú no siempre sabes cómo comportarte frente a sus amigos o a su familia. No siempre tienes la plática que él esperaría que tuvieras, ni la ropa, ni los gestos. Él te considera inoportuna, imprudente. Tratas de complacerlo, de ser más cuidadosa, de no arruinarlo y de ser al menos la mitad de buena de lo que él es… porque honestamente, él merece todo.
Tú lo amas, y él dice amarte a ti.
Aunque a veces te grite, lo entiendes. No hay por qué exagerar, tú te equivocaste. No hiciste lo que él esperaba. Te lo dijo muchas veces, ya deberías saberlo… aunque tú no lo entiendes. Él dice ser claro, pero en realidad tú no sabes qué espera. Nunca. Sientes que no puedes hacer nada bien. Pero te esfuerzas. Porque lo vale. Porque él tiene razón. Debe tenerla. Él es quien sabe cómo comportarse.
Tú lo amas, y él dice amarte a ti.
Pero llega la noche y no hay golpes, pero hay miedo. No hay reclamos, pero hay frustración. No hay nada, pero hay todo. Y estás atrapada entre su perfección y las expectativas de tu familia. Entre tu edad y lo que siempre has querido. Entre tus dudas y su manipulación, tu idealización, su narcisismo. Y estarás ahí, hasta que te des cuenta de que estás experimentando lo que se conoce como Gaslighting: el abuso psicológico que hace que al verlo tan perfecto, cuestiones tu propia percepción de la realidad y creas que en realidad eres tú quien está mal.
Tú lo amas, y él dice amarte a ti.