Por Cyn Maya

24 de julio, 2019

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Hace un par de meses, platicando en casa de mi querido amigo Tony Solis, mientras nos recomendábamos música nueva, me platicó de cierto chico inglés llamado Declan McKenna. Acto seguido, puso un video de una de sus presentaciones en vivo en un festival.

Su música sonaba bastante bien, es de esas boyband que realmente se preocupan por tener un sonido bien hecho y consistente. Pero lo que ambos encontramos más interesante, fue la forma de vestir de Declan: una minifalda de animal print, tank top y glitter en los ojos. Los demás chicos y chicas de la banda, usaban tank tops, gorras, skinny jeans, pero nada que denotara que alguno se sintiera identificado con un género en específico.

Todos están concentrados en la música, en lo que están tocando, para ellos, lo que visten, cómo y quiénes deben vestirlo, es lo que menos importa.

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Entonces, Tony y yo nos pusimos a pensar en las nuevas generaciones, en los jóvenes que hoy en día tienen una visión de la diversidad muchísimo más amplia que nosotros. Ellos ven con normalidad cosas que nosotros apenas comenzamos a entender.

 Hace unos años, un día, en la agencia donde solía trabajar, un compañero tenía puesta su cuenta de Spotify y sonaba música de Feist, Norah Jones, Dido, etc. A todos nos estaba gustando lo que oíamos hasta que a alguien se le ocurrió pedirle el playlist, para guardarlo, fue entonces que mi compañero dijo: “¡Es mi playlist de niñas!”.

Todos reímos y unos cuantos se mostraron de acuerdo. Pero hoy lo recuerdo y lo pienso y digo: ¿quién nos dijo, o enseñó, que esa música es “de niñas”? ¿Hay una regla sobre lo que debe gustarle a las mujeres y a los hombres? ¿Qué hace que cierto tipo de música sea relacionada con un sexo?

Entonces, Tony y yo nos pusimos a pensar en las nuevas generaciones, en los jóvenes que hoy en día tienen una visión de la diversidad muchísimo más amplia que nosotros. Ellos ven con normalidad cosas que nosotros apenas comenzamos a entender.

 Hace unos años, un día, en la agencia donde solía trabajar, un compañero tenía puesta su cuenta de Spotify y sonaba música de Feist, Norah Jones, Dido, etc. A todos nos estaba gustando lo que oíamos hasta que a alguien se le ocurrió pedirle el playlist, para guardarlo, fue entonces que mi compañero dijo: “¡Es mi playlist de niñas!”.

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Todos reímos y unos cuantos se mostraron de acuerdo. Pero hoy lo recuerdo y lo pienso y digo: ¿quién nos dijo, o enseñó, que esa música es “de niñas”? ¿Hay una regla sobre lo que debe gustarle a las mujeres y a los hombres? ¿Qué hace que cierto tipo de música sea relacionada con un sexo?

Por eso, ahora viendo un video donde un chico de 20 años usa una falda, tank y glitter, me llena de tanta satisfacción. Porque al fin, los jóvenes lo comienzan a entender. Ellos han crecido de forma distinta a la de mi generación. Sus referentes son completamente diferentes a los míos. Para ellos no existe la división de géneros, ellos solo se expresan, ellos sienten y transmiten algo más puro y más auténtico y libre de toda imposición social.

Y como Declan McKenna, seguramente hay más nuevos jóvenes talentos cuyas propuestas no sólo musicales, sino ideológicas y de género son distintas y mucho más diversas. Más libres de cualquier concepción previa. Otros ejemplos podríamos verlos en Years & Years, otros ingleses haciendo pop/dance; Roy Blair, cantante de apoyo de Brockhampton y telonero de The 1975, con un sonido pop mezclado con hip hop. Y la lista sigue y sigue. Seguramente a muchos aún no los conocemos y están ahí, expresándose y siendo ellos mismos. Sin importarles nada ni nadie, mucho menos las convenciones sociales de sexo o sobre los géneros musicales.

 A esta nueva generación es a la que necesitamos, la que tanta falta nos hace en tiempos en los que, por extraño que parezca, las ideas retroceden en lugar de avanzar y evolucionar. Necesitamos a estos jóvenes sin miedo a ser ellos mismos, sin tabúes y con el único objetivo de ser escuchados y ser libres.

Lxs nuevxs músicxs y su percepción del género