Por Cyn Maya

En los últimos días, no he hecho más que recordar (como si hiciera falta alguna razón) y darme cuenta de que para mi desgracia, conocí el acoso desde una edad en la que se supone que “solo debería preocuparme por jugar”. Más tarde, años después, me tocó vivir otras experiencias sino iguales, al menos sí similares.

Así que miro en retrospectiva lo que me ha tocado vivir y volteo a ver lo que ha sucedido en los últimos días en CDMX y siento mucha tristeza e impotencia al recordar que al haber vivido esas cosas tan horribles, una piensa que está sola, que no tiene apoyo, que no tiene a nadie. Pero creo que es aún peor cuando te das cuenta que no estás sola, sino que hay muchas, muchísimas más, que han pasado por algo igual o peor que tú. Es un sentimiento muy extraño, que tantas estemos tan unidas y que ese algo que nos une, sea haber vivido algo así o tener a alguien cercano que lo vivió o simplemente, el coraje de saber que el acoso y la violencia hacia las mujeres existe.También me da mucha esperanza saber que hay tantas personas unidas por una misma causa, me da fuerza saber que juntas estamos luchando porque algún día (y ojalá fuera pronto) las mujeres puedan salir a la calle sin miedo de que algo les ocurra en el trayecto a sus destinos, sin el terror de haber salido de casa y no tener la seguridad de regresar.

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Sexual violence doesn’t start and end with rape, it starts with our books and behind our school gates. Men are scared women will laugh in their face. Whereas women are scared it’s their lives men will take

— Joe Talbot/ Idles

En México, 66 de cada 100 mujeres han sufrido algún tipo de violencia, según datos del INEGI. En un reporte de Amnistía Internacional de 2018 sobre la tortura a las mujeres por las fuerzas armadas en México, el 33% de las entrevistadas denunciaron haber sido violadas durante su detención, principalmente por parte de la Marina, la Policía Municipal y la Policía Estatal. Una de cada cuatro niñas sufre de violación en nuestro país antes de cumplir la mayoría de edad y, de mil casos de abuso, solo uno llega a condena (INEGI)

En lo que va de este año, van más de 1800 feminicidios y homicidios dolosos contra mujeres (SESNSP). Y así van a seguir saliendo datos y estadísticas. Y me pongo a pensar en todas esas mujeres que hoy viven con el trauma psicológico y físico de haber vivido algún tipo de violencia. Pero me parte el corazón saber que muchas murieron a causa de violencia en un país, donde somos invisibles, donde no valemos nada.

Foto: Santiago Arau.
Foto: Santiago Arau.

Foto: Santiago Arau.

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Yes, there’s a problem with gender as it is today and we must fix it, we must do better. All of us, women and men, must do better

— Chimamanda Ngozi Adichie, We Should all be feminists.

Siempre que escucho a alguien utilizar el término “feminazi”, me parece soez, irresponsable y demasiado ignorante, comparar un movimiento que busca la igualdad de derechos entre mujeres y hombres, con un movimiento genocida. Me confunde ver cómo las protestas en otros países generan más conciencia que las que se dan en el nuestro, me indigna saber que se le da más valor al ángel de la independencia que a una vida y me pregunto: ¿cuál independencia?, ¿de quién? Porque de las mujeres, desgraciadamente, no.

Por años, las mujeres han soportado diferentes tipos de violencia que lamentablemente formaron ideas con las que actualmente se rige nuestra sociedad. Sobre el lugar que “debemos ocupar”. Sobre cómo y quiénes debemos ser. Como resultado, las mujeres cada vez se anulan con más frecuencia. Todos hemos tenido que ver con esa estructura social tan tóxica que hoy nos rige. Nuestros padres y abuelos crecieron y más tarde nos enseñaron lo qué y cómo debíamos ser y jamás nos han permitido olvidarlo. Recuerdo que cuando era una niña, una señora que estaba como invitada en la casa de unos familiares, al verme jugar a las luchas con mi hermano, muy seria me dijo: “Recuerda que él siempre va a ser más fuerte que tú”, claro que mi mamá se metió en la conversación y la calmó, diciéndole que yo era mayor, más alta y mucho más fuerte que mi hermano. Y que incluso así, no había comparación entre la fuerza de ninguno de los dos, porque éramos iguales. La cara de esa señora al escuchar a mi mamá es algo que espero no se me olvide nunca.

Tanto mujeres y hombres se han formado con ideas equivocadas sobre los papeles que tiene cada género en la sociedad. El problema de violencia de género no solo viene de los hombres, también lo es de las propias mujeres a las que les enseñaron que por el simple hecho de serlo, eran menos, eran nada.

Foto: Santiago Arau.
Foto: Santiago Arau.

Foto: Santiago Arau.

Por eso, hoy día, es imperativo que comencemos a hacer mejor las cosas. A educar mejor a nuestros niños y niñas. Reflexionar y acabar con el “deber ser” de mujeres y hombres.

Últimamente estas preguntas no dejan mi cabeza: ¿por qué nos odian tanto? ¿Por qué nos quieren muertas? ¿Será que ahora nos tienen miedo? Miedo de que ahora sí contestemos, actuemos, nos defendamos. ¿Será que eso les hace ver su propia inseguridad? Es bien sabido que una persona actúa de forma agresiva en contra de otra cuando no obtiene lo que quiere de ella.

 Nos quitaron la seguridad, la tranquilidad, la paz. Han trastornado nuestra vida tanto que ahora no podemos salir de casa sin preguntarnos si vamos a volver, si estará bien que usemos esa falda corta o ese escote pronunciado. Si protestar en contra del tipo que nos hace comentarios en la calle será la mejor idea o si solo terminamos provocándolo para que nos haga algo peor.

 Estamos hartas, cansadas. Convertimos la tristeza y el terror en fuerza, en convicción. La impotencia de no recibir justicia es lo que ahora nos motiva. Y ojalá algún día seamos más personas unidas, ojalá, algún día, caminemos libres por las calles de este país al que llamamos hogar.

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Declare independence
Don’t let them do that to you

— Björk, Declare Independence.

We’re not gonna take it!