Por Cyn Maya

11 de septiembre, 2019

Tenía mucho que nada me dolía al nivel de lo que estoy sintiendo en este momento, mientras leo, uno tras otro, los artículos que hablan sobre lo terrible que es haber perdido a Daniel Johnston. Mi historia con Daniel tiene la misma edad que mi amistad con mi querido Tony Solís , ya que gracias a él conocí su música. ¿Quién diría que una de mis amistades más queridas me daría la música que años más tarde me salvaría la vida?

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Creo que la mayoría de la gente que conozco y que conoce el trabajo de Daniel tiene una historia muy personal con él. Y cómo no va a ser así, si toda su música siempre estuvo cargada de emociones demasiado intensas como para no apropiárnoslas por lo mucho que dolían.

Daniel fue un músico que siempre lidió con padecimientos mentales (bipolaridad). Su música fue un reflejo de cómo se sentía y de todo lo que habitaba en su cabeza. Las portadas que él mismo creó para sus álbumes eran la representación del imaginario en el que él vivía. Fue un artista visual que en varias ocasiones exhibió su trabajo artístico en diversas galerías en todo el mundo.

Teniendo en cuenta lo mucho que sufrió por las enfermedades que padeció, tal vez podríamos pensar que ahora que se ha ido, él ahora descansa y ha dejado de sufrir. Y sí, la verdad es que es así. Para mí será un poco difícil hacerme a la idea y lidiar con el dolor de haber perdido a alguien con cuya música me sentí siempre tan identificada. Su existencia me hizo saber que las afecciones mentales son algo que está presente en todos lados y que había alguien que expresaba todas esas cosas que habitaban en mi cabeza. Con él me dí cuenta de que los que vivimos día a día con esa voz que nos dice que todo está mal (y que resulta ser nuestra propia voz), no estábamos solos.

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Porque mientras otros que padecen de alguna u otra enfermedad hacen música de amor y de tristeza a un nivel bastante superficial, Daniel Johnston reflejó el verdadero dolor y el sufrimiento de sentirnos rotos de forma crónica a lo largo de nuestras vidas.

Me quedo con su música, con la catársis que me hizo vivir cuando lo conocí. Con sus ilustraciones tan expresivas y tan particulares. Con un True love will find you in the end tatuado en mi brazo izquierdo, tatuaje que también comparto con Tony. Con la esperanza de que tanto dolor algún día termine y que podamos encontrar un poco de felicidad para estar lo suficientemente presentes para vivirla. Con el optimismo de que ojalá, algún día, el verdadero amor, al fin nos encuentre.

Y ojalá al final, el amor sí nos encuentre. Hasta siempre, Daniel Johnston